miércoles, 12 de febrero de 2020

“EL DISCURSO O LE DISCURSE” - Cuento corto sobre la discusión del lenguaje inclusivo.



Prologo
Este cuento de ficción especulativa, está inspirado en algunos errores del discurso de asunción de Alberto Fernández a la presidencia de la República Argentina, en diciembre del 2019, y analiza de forma directa la importancia de las reglas necesarias para establecer los cambios en el lenguaje, para que este sea un medio aplicable en la comunicación.
El análisis que se desprende de este escrito, nos pone frente a la necesidad de establecer cuáles son las lógicas que componen este nuevo cambio en el lenguaje.La regla de la “A” y la regla de la “E” tal como nos la presenta el autor, nos dan a entender ciertas mecánicas que se contradicen entre si y así mismo en el caso de la segunda se debería definir de forma concreta si debemos tomar por inclusiva toda palabra que termine en “E” y modificarlas con una “O” cuando nos queremos referir al género masculino.
En definitiva este cuento nos indica una contradicción que pareciera que no han notado mientras plantean establecer dicho lenguaje, en ámbitos públicos como secretarias de la mujer o en el instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI) donde quienes deberán comprender un lenguaje que carece de reglas concretas para darle un sentido claro, son nuestros ancianos mayores.

“EL DISCURSO O LE DISCURSE”

Cuento corto de ficción especulativa sobre la discusión del lenguaje inclusivo inspirado en algunos errores del discurso de asunción de Alberto Fernández a la presidencia de la República Argentina, en diciembre del 2019


En el minuto 9:03 del discurso de asunción a la presidencia, el candidato electo, dice mientras lee:
- ... estoy concient(o) de que, si actuamos de buena fe,... -
No había sido el primer error.Y lo atormentaba parecerse al hombre que había ocupado su lugar apenas unos minutos antes. Del que se reia todo un pueblo por su incapacidad de leer un texto o dar un discurso de memoria, y con el que se había abrazado apenas minutos después que le traspasara el mando, tratando de manejar el rictus de su cara para no ofrecer ninguna señal de irrespeto o destrato, pero tampoco ningún gesto demasiado amable.
Y entonces mientras leía se le escapa un: “…estoy concient(o) de que,…”
La noche anterior se había propuesto dedicarle unos minutos a practicar el discurso en lenguaje inclusivo. Había pensado que no podía dejar pasar esa oportunidad, ni la posibilidad de seguir alimentando su perfil feminista y sumar buenas críticas, al ser él quien se pusiera al hombro desde tremendo gesto, una de las propuestas progresistas del movimiento feminista: “el lenguaje inclusivo”, presentado como alternativa para saldar la deuda de la invisibilización de la mujer en el idioma español al dirigirse al público en general durante siglos: en masculino.
¿Cuán difícil podía ser?
Practicó leerlo con los cambios pertinentes según el caso, aunque le sonara raro:
- “Nosotres, tenemos la inmensa tarea…” -, probo una parte de su discurso.
Era difícil acostumbrarse, pero ¿por qué no intentarlo?Sobre todo teniendo en cuenta que él estaba encarnando la decisión política de legalizar el aborto, o al menos eso era lo que había asegurado en medio de la campaña, lo cual le había ofrecido una oportunidad única.Solo uno de los demás candidatos compartía su opinión, y era muy fácil de anular su popularidad frente a la opinión pública.
- “Nosotres, tenemos la inmensa tarea…” -.
No parecía tan difícil en principio, solo había que acostumbrarse al sonido.Pero abandono la idea después de una hora, al darse cuenta de algunas cosas que lo perturbaron mientras intentaba la traducción. Se dijo que no era momento para comunicar lo que había descubierto.
Ahora mientras leía el discurso frente a las cámaras de televisión y para todo un país, se arrepentía de aquel ejercicio.
Porque acababa de decir, de forma bastante clara: - ... estoy concient(o)… -.
CONCIENTO!!
Y fue justo en ese momento: en que su inconsciente lo traiciona en pleno discurso y no es capaz de frenar su reacción instintiva bajo presión, razón por lo que cambia la "e" por la "o", distraído por el barullo interno de su mente... que entendió que empezaba a asomarse al mundo de la conciencia, justicia poética mediante, una discusión que estaba en pugna en sus fueros internos y que tuvo su origen en un simple ejercicio de práctica.Práctica, nada más. Siempre era bueno probar algo nuevo se había dicho. Despejaba la mente, da otra perspectiva. De chico jugaba a hablar todo con una vocal y luego con otra y así seguía.
Ahora, sentía una alarma, y debía moverse con cuidado.Porque si entraba en esa tonta discusión estéril podía hacerle más daño a su mandato que la sumisión en las negociaciones con acreedores de deuda, y lo sabía bien.Había decidido eludir el tema en la noche y lo reafirmo en la mañana.
Entonces esto… Un pequeño traspié, una reacción curiosa también para el observador que llegara a pensar que era quizás sostenida desde algún lugar del subconsciente, gracias al que da cuenta por primera vez en público, de manera totalmente inconsciente, y con lo que podía parecer un simple error, que en palabras como "consciente", la "e" ya funcionaba como inclusiva: Yo hombre consciente, yo mujer consciente, nosotres, vosotres y elles, seres conscientes.
La mecánica de la mente, siguiendo la lógica base y fundamento de la propuesta de la “e”, y adelantándose microsegundos, gracias a un pequeño salto cuántico en sus procesos complejos conscientes, lo obligo casi sin opción, a cambiar la "e" por una "o", a modo de una corrección lógica que tenía origen en los pensamientos que le habían asaltado en la noche mientras practicaba el discurso en lenguaje inclusivo.
Si “consciente” termina en “e” ¿es inclusivo?, y presidente que termina en “e” ¿también seria inclusivo?
Porque al parecer esa era la regla que había que aplicar. La “e” finalizando cada palabra que se refiriera a una actividad general donde la costumbre había invisibilizado a la mujer negándole la presencia desde la simple palabra.
Las preguntas se le habían agolpado en horas de la noche y no habia querido llamar a quien había elegido de vice para analizar el asunto, pensó que lo mejor era olvidarse.
Pero no se podía sacar el tema de la mente: porque en el caso concreto de ser una mujer quien presidiera, se había determinado dentro de ciertos grupos que se decían feministas y trasladado a gran parte de la opinión pública incluida su vicepresidenta, por lógica simple, y dejando de lado cualquier discusión sobre “ente”, sustantivos o participios del verbo, infijos, etimología, filología o lingüística histórica o diacrónica (o lingüística evolutiva), otra regla: la regla de la “a”, la cual sostenía que había que referirse a la misma como: presidenta. Con A.Cuestión con la que no tenía ningún problema, porque el mismo uso había normalizado ya la palabra sirvienta, y podía y debía en este asunto, trasladarse a presidente, dando el resultado de: presidenta. No tenía objeción. Lo que no le quedaba claro es cuándo había que usar la regla de la “A” y cuándo la regla de la “E” y si acaso las palabras que ya constaban con la terminación en “e” pasaban a ser inclusivas, y qué cambios debían hacerse para referirse al masculino en tales casos. Se preguntaba si acaso a partir de ahora para referirse a un hombre se debería terminar cada palabra que indique género masculino con la "O" ¿él mismo sería un presidento?…Porque la terminación en “e” seria de uso general o dicho de otra manera, inclusiva. Cabía la pregunta ¿Seguiría sirviendo para referirse al masculino o habría que modificar todas las palabras con una terminación en “e” por una terminación en “o”? Estaba confundido. - Voy a tener que interiorizarme en esto con alguna persona idónea si tengo tiempo en algún momento... – Pensó. - Seguro alguien debe haber establecido las reglas para el uso de la “e” y la “a”, yo no tendría que estar pensando en esto. ¿Pero entonces, porque nadie se tomó el trabajo de acercar dichas reglas, de publicarlas, de difundirlas? Su mente empezaba a percibir algo completamente irregular.Había escuchado de una feminista hacia poco. - ¿Lenguaje inclusivo…? ¿Pero si están invisibilizando a la mujer nuevamente de esa manera? – El asunto no era tan simple entonces.Instantáneamente se había dado cuenta que en palabras como "estudiantes" y "docentes", la terminación era la “e”, la cual por nueva regla, era la vocal inclusiva, como por ejemplo en “chiques” o “muchaches”.Por consecuencia inmediata, ésta debía pasar a ser inclusiva en cada terminación donde fuera encontrada si es que uno aceptaba la propuesta, y esto significaba que a partir de adoptar el lenguaje inclusivo, toda palabra con terminación en “e” pasaba a referirse a todo género de la humanidad.Pero lo llamativo era que en esos casos partidulares, se estaba normalizando la misma propuesta que en presidenta, es decir: estudiantas, docentas. - Alguien debería haber escrito esa regla antes de proponerla -. Pensó de nuevo. De repente era evidente que en una palabra como "doctores", la "e" servía para definir al género masculino, al hombre. En esos casos, la "o" histórica del género masculino, no servía para definir hombre, en cambio si era la “e” quien definía el masculino, y se refería a ellos, los doctores.Y entonces… ¿Cuántos cambios deberían ocurrir en las palabras y las vocales de sus terminaciones para que la “e“, fuera inclusiva realmente? porque tenemos Los doctores, las doctoras, que fue en el pasado supongamos, y ahora sería les… ¿doctores? , si fuera así, entonces… habría que empezar a decir ¿los doctoros? para referirse al masculino.Había un error lógico. Minimamente se puede decir que había algo para solucionar. - ¿Nadie lo vio antes que yo? -, se preguntó. ¿Por qué nadie le prestó atención a estas contradicciones y las pulió o las resolvió?¿No era mejor usar la “i” para eludir estos problemas gramaticales? Se sintió estúpido al pensarlo, estaba agotado. ¿Todo esto no será una estupidez y la regla de la “e”, parte de un largo y agotador capricho de personas sumamente manipuladoras o con carencias intelectuales profundas? ¿Será posible que en todos estos años de encuentros feministas, no se dignaran a sentarse algunas horas a definir las reglas aplicables al lenguaje inclusivo? ¿Había alguna seriedad al presentar una alternativa que ni siquiera se dignaron a utilizar 24hs como para darse cuenta sus contradicciones? ¿O es que acaso tenían un lenguaje tan escueto y pobre que habían pasado por alto estas mismas contradicciones que él había encontrado en algunas horas de práctica? Esto último era simplemente imposible. ¡¡Dios mío!! ¿¿Qué tipo de personas pasarían por alto algo tan grosero?? De repente otras ideas cobraban más seriedad. ¿Acaso no sería cierto que la instalación de estas discusiones eran pruebas para medir el coeficiente de las poblaciones de las diferentes regiones de los continentes, y tener claro en que niveles se podía llegar a manipularlas mientras diseñaban de qué manera desplegar la estrategia que instale un poder único global? El hombre que pronto sería nombrado presidente de manera oficial había empezado a caer por la espiral descendente de esa trampa tan bien diseñada que las mayorías que la publicitaban no habían percibido. O eran cómplices, solo había dos opciones. Aunque le costaba entender porque razón alguien haría algo así. Y entonces lo inundo la pregunta correcta. La verdadera respuesta que debió desde un principio haber sido planteada como señal de honestidad, si acaso alguien se había tomado en serio todo el asunto de la invisibilización de la mujer en el lenguaje español. ¿Porqué no hablamos de forma general directamente con la “A” si queremos saldar años de invisibilización? Y seguía cayendo en ese pozo diseñado a la perfección y con una maestría absoluta, mientras chocaba con la respuesta: El 3er sexo, claro… o mejor dicho las disidencias sexuales. Por eso mismo la “e” parecía ser una buena propuesta, había que encontrar una forma de incluir a todo el mundo.O mejor dicho, ¡a tode le mundo!, ¿o munde? ¿o a toda la munda? El conflicto estaba diseñado para no encontrar nunca una solución, las tres salidas debían imponerse por la fuerza o la estrategia porque si se sostenía por un lado la hipótesis de la invisibilizacion, instalar cualquiera de las tres implicaba invisibilizar al resto, y él estaba por descubrirlo para su decepción.Estaba agotado y tenía que descansar. No quería seguir profundizando sobre el tema. Había alcanzado el momento de la duda razonable en cuanto a la aplicabilidad del lenguaje inclusivo y mientras intentaba conciliar el sueño no se podía sacar el tema de la cabeza, entre tantos otros temas de importancia aún mayor. Algo estaba claro: Estamos consintiendo una regla que nos plantean como inclusiva cuando nadie se puso a estudiarla realmente. Y que no hayan expresado el hallazgo de contradicciones es un indicador directo de que ni siquiera hicieron el ejercicio y si lo hicieron y no se dieron cuenta de los problemas que implicaba, bueno... no es necesario ofender de más a nadie. Se acordó del cuento del rey desnudo y sudo.

Por la mañana el germen había crecido, estaba nervioso.
- ¿Cuántas cosas más nadie pensó? - Era lo primero que había que preguntarse.
Entendió pronto que encontrar una solución que deje contento a todo el mundo no era algo fácil de lograr.
Sabía que dentro del movimiento había fricciones que resultaban en enfrentamientos cargados de mucha violencia.Esto le sugería desde hacía tiempo que la violencia era violencia y si acaso uno quería desarticularla por completo, debía procurar no prestar atención a quienes intentaban desviar la mirada de la raíz del problema, para enfocarla solo en una parte que protagonizara mayoritariamente uno de los dos géneros.Y que en los casos donde había víctimas fatales, habría que analizar la historia previa que desencadeno el suceso, teniendo en cuenta que tanto la maldad, como la violencia, como la capacidad de hacer daño eran inherente a todos los seres humanos, hombres y mujeres por igual y solo encontrando la constante que evidenciaba la raíz, podían prevenir tales crímenes.Porque el crimen era el mismo sin importar el género de la víctima. El problema jamás se resolvería si no se atendía la problemática en su origen y sin manipulaciones estadísticas, ni miradas sesgadas o con dobles intenciones, análisis por la mitad, o personajes siniestros buscando sacar provecho económico, político o social.
La incapacidad de manejar, comprender o dosificar los sentimientos y las reacciones que nacían de estos, eran el origen notorio de cada caso de violencia con víctimas fatales. ¿Soy el único pelotudo que se da cuenta? Trató de silenciar sus pensamientos al respecto, tenía que pensar en una multitud de otras cosas mucho más importantes. Diría el discurso de forma tradicional, eso ya lo sabía, aquel ejercicio solo había sido un juego y no estaba seguro de querer repetirlo o enfrentar sus hallazgos y presentarlos. Recordó una conversación muy antigua, pero no a su interlocutor:La mente es lógica y quiera o no, se rige por reglas invisibles, que son la expresión natural que provocan las evidencias que se repiten en cualquier experiencia. Y esto es importante, si se repite, es una regla. La mente absorbe la información, establece la repetición como regla y actúa en consecuencia de la misma.Si lanzamos una pelota al aire, sin importar el ángulo de lanzamiento, veremos una curva de descenso, y eso aplicara a casi todo lo que queramos lanzar, por tanto ya tenemos la regla aun sin que esta fuera nunca enunciada.Y no haría falta, nuestra mente lo sabe, y todos nuestros movimientos se llevan adelante teniendo en cuenta esta regla aprendida en nuestras experiencias e investigaciones más tempranas: desde que somos pequeños lanzamos objetos y observamos el ángulo de descenso, dicho vulgarmente, la caída.Pasaron miles de años hasta el momento que fue postulada por los científicos más sobresalientes de nuestra historia, pero cada ser humano hizo el mismo ejercicio una y otra vez mucho antes que alguien determine dicha “ley”, la cual nos ha dado un sinfín de reglas matemáticas que nos permiten entender mejor el escenario en el que vivimos.Pero la mente cierra las cuentas, sin que se lo pidamos muchas veces. Como también ordena al aparato respiratorio que funcione sin que tengamos que estar pendientes de eso mismo. - ... estoy concient(o) de que, si actuamos de buena fe,... – Su mente funcionaba bien, pero no era precisamente una ventaja en este momento. - ¡¡Carajo!! - Se dijo por dentro. Si llego a decir “presidento”, así como asumo, ¡renuncio!
Ejercicio de Liberación Maravillosa 
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